jueves, 26 de noviembre de 2009

La libertad de expresión


No obstante las múltiples manifestaciones de la prensa y de la ciudadanía que se han formulado en estos días respecto a la libertad de expresión, nunca será suficiente referirse a este invaluable activo de una sociedad democrática.Contrariamente a lo que buena parte de la población percibe, la presencia de un Estado omnipotente va minando el derecho de las personas a decidir sobre sus vidas y avanza, no muy cautelosamente por cierto, hacia un control total que llega a abarcar la decisión acerca de los hechos y noticias que la ciudadanía debe o no conocer, e inclusive las opiniones personales.Ningún argumento es sostenible frente a las acusaciones a Teleamazonas por revelar un centro de cómputo alterno o la corrida de toros inserta en una festividad de provincia. El exponer los hechos, estos u otros cualesquiera, no puede obstaculizar el juicio de los ciudadanos si tienen a su alrededor una variedad de pesos y contrapesos que constituyen las diversas publicaciones noticiosas a que se tiene acceso en un entorno libre. No es dable, por tanto, ninguna censura por presentar hechos, no es dable tampoco calificar supuestas reacciones que podrían haberse dado en riesgo de una conmoción social, y que efectivamente no se han dado.La actuación de una prensa libre es imprescindible, más aún como contrapeso a una acometida publicitaria de grandes dimensiones que como nunca antes se ha vivido. Coartar las libertades resulta propio de fallidos autócratas, frente a los cuales, más temprano que tarde, la sociedad reacciona, lamentablemente, muchas veces, con costos muy altos y hasta impagables. La soberbia no es buena consejera, enceguece e impide ver la realidad. La acumulación desmedida de poder es otro factor que puede desenfocar el rumbo de un Gobierno y llevarlo hacia el totalitarismo; la falta de respeto, por su parte, va minando las sanas relaciones de convivencia, obstaculiza el entendimiento y aleja sistemáticamente las posibilidades de consenso en una sociedad que aspira a ser participativa más allá del ritual del voto. Causa desasosiego que estén en riesgo principios y valores esenciales para la vida misma.El papel de los funcionarios y colaboradores del Gobierno debe ser de consejeros, de observadores objetivos, analistas pragmáticos, no de obsecuentes servidores que inducen a reiterar y legitimar despropósitos. Si hubiera analizado la Constitución el joven director de Conartel, se habría dado cuenta de que la norma legal que se invoca para sancionar a Teleamazonas fue expresamente derogada.Los comunicadores responsables no pueden claudicar, su misión es el compromiso con la búsqueda de la verdad y su difusión. Los medios de comunicación son las antenas de la sociedad; a través de ellos, esta se mantiene informada, pero al mismo tiempo constituyen los sensores de la libertad de expresión, de esa libertad que es don de Dios, no dádiva generosa del Estado. Por defenderla, lucharon nuestros héroes hace doscientos años, y a todos nos corresponde, como una expresión de responsabilidad ciudadana, continuar su lucha.

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Por: Elsa de Mena
edemena@hoy.com.ec

Fuente de Imagen: Google

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